Tiene 104 años y ya no quiere vivir más: para suicidarse emprendió un viaje de miles de millas
La lucha de un hombre por morir con dignidad
En realidad, lo que sucede en Suiza es que, si bien los doctores no están autorizados a matar ellos mismos a sus pacientes, sí pueden, porque la ley no los limita, proveerles con dosis letales de drogas y no tener consecuencias. El doctor, por supuesto, tendrá que estar seguro de que la decisión del paciente no sea alentada por un tercero y que la esté tomando con plena conciencia.
Aunque el científico tenía temores de que las autoridades australianas no lo dejaran salir del país debido a la ilegalidad de su propósito, al menos en ese país, Gooddall ha podido empezar su decidido periplo hacia la muerte. “Tengo 104 años, así que no me queda mucho tiempo. Es mejor que mi salud no vaya empeorando y empeorando, haciéndome infeliz a medida que avanza ese empeoramiento”, le dijo el abuelo a la cadena local australiana ABC.
El hombre de 104 años viaja acompañado de la una organización que defiende el suicidio asistido llamada Exit International que ha recogido 20,000 dólares para cubrir todos los gastos de este viaje.
La mayoría de los casos de pacientes viajando a Suiza, Holanda y Bélgica -países que incluso llegan a tener medidas aún más laxas sobre esta práctica-, están relacionadas con pacientes terminales o que padecen de una enfermedad incurable. Por eso, quizás, la historia de David Gooddall con su evidente salud, ha llamado tanto la atención.
Este, sin embargo, no es el primer desafío que este científico hace a las leyes de su país. En mayo de 2017, Gooddall capturó los titulares de varios medios porque abrió el debate sobre cómo la universidad para la que trabajaba, teniendo aún 102 años, le había pedido su retiro aduciendo su propia seguridad. Cientos de ecologistas lo apoyaron en su propósito de defender su derecho a seguir trabajando, aun cuando él ya no recibía pago alguno y su función se limitaba a revisar publicaciones académicas y ayudar a los estudiantes de PhD.