Soberana hipocresía de Ramfis Dominguez Trujillo y la locura de Donald Trump
Por Ana Maria Toribio
Las relaciones del Presidente de los Estados Unidos Donald Trump y Ramfis Domínguez Trujillo aspirante a la presidencia de la República Dominicana, a través de sus ideas sobre la construcción de un muro en la frontera de ambos países no son más que hipocresías.
Ambos, que privan en economistas y en saberlo todo, están conscientes de que en la Repùblica Dominicana y Estados Unidos no se resorverán los problemas fronterizos mientras haya empresarios y funcionarios corruptos ávidos de ganancias sin escrúpulos y sin consciencia de las aportaciones generadas por cierto grupo que enriquece la nación.
En el caso de Ramfis Domínguez Trujillo resulta peor aún la hipocresía, porque ni siquiera su abuelo, el dictador Rafael Leonida Trujillo quien mató a decenas de haitianos supuestamente para resolver el problema fronterizo dominico-haitiano y que luego de ese acto criminal, él mismo importaba más de doscientos mil haitianos para cortar la caña sobreexplotándolos sin resolver el conflicto.
Luego el Dr. Joaquín Balaguer, apoyado por la misma gente que hoy apoyan a Ramfis Dominguez Trujillo, traía legal e ilegalmente a cientos de miles de haitianos para realizar labores agrícolas en todas las empresas públicas y privadas de las regiones del país.
Hoy tampoco las autoridades gubernamentales pueden impedir la inmigración haitiana porque son los propios contratistas del gobierno y los empresarios de turnos, quienes traen a los haitianos de cualquier manera, violentando así, la ley 8020 que establece que cada empresario debe de utilizar un 20 por ciento de mano de obra extranjera y un 80 % local.
Estas acciones nunca se podrán corregir porque quienes financian las campañas de todos los partidos políticos, incluyendo al fantasioso Domínguez Trujillo , son los que impiden que se legalice la inmigración haitiana porque eso lo obligaría a pagarles salarios descentes como manda la ley.
Ambos tienen la idea de construir un muro que separe un país del otro. Por la parte de Donald Trump, con su idea descomunal y hasta cierto punto incongruente, por lo difícil que resultaría erigir columnas a lo largo de una frontera casi sin límites y los problemas geográficos que traería consigo.
Donald Trump empecinado en el muro entre México y Estados Unidos lo que, según él, evitará la inmigración de personas no gratas para realizar trabajos dignos en el país. Pues él quiere ignorar que este país está levantado gracias a la gran inmigración que viene a desarrollar cualquier tipo de trabajo, incluso, por un miserable sueldo y en muchos casos en condiciones inhumanas.
Muchos inmigrantes son parte de lo que es esta gran nación. La inmigración no va a parar por un muro en la frontera. El presidente necesita evaluar mejor a quienes deporta y quienes contribuyen a este país; legalizar a los que han trabajado honestamente y han pagado sus contribuciones. La palabra clave para el presidente Donald Trump es Depurar, pero no medalagariamente sino con consciencia.
Si el presidente Trump legalizara a los migrantes, los cuales tendrían acceso a créditos y a la compra de autos y casas, esto elevaría los ingresos fiscales de Estados Unidos, más aún que el 90 por ciento de los trabajadores agrícolas son de origen hispano, y eso seguirá ayudando a mantener bajos los precios de los productos agrícolas para los consumidores. Es decir que más importante que el muro es la legalización de los inmigrantes.
Además, Donald Trump quiere ignorar el aporte de la inmigración a la economía del país, incluso sobre el papel de la mano de obra indocumentada, cuya inmigración según la administración de Seguridad Social, 3.1 millones de los 11 millones de indocumentados pagaron impuestos en el 2010 y un estudio del Instituto sobre Política Fiscal y Económica que es una organización liberal, estimó que en el 2013 los inmigrantes indocumentados pagaron $11.640 millones en impuestos locales y estatales equivalente al 8% de sus ingresos. Esto incluye impuestos sobre productos y servicios ($6.9 mil millones), impuestos sobre propiedad ($3.6mil millones) e impuestos sobre los ingresos ($1.1 mil millones).
Esta cifra también la avala la organización conservadora, Fundación Heritage, en un estudio del 2013 que estima que el indocumentado promedio paga $10,334 al año en impuestos. En el 2015 los inmigrantes trabajaron sobre todo en transporte, construcción, mantenimiento, frente a los puestos en gestión y carreras profesionales, ventas y trabajo de oficina para los nacidos en el país.
La contribución de los mexicanos, por tomar un ejemplo de los tantos inmigrantes que aportan a esta nación, que cada año pagan al fisco norteamericano 50 mil millones de dólares de impuestos dice mucho del efecto multiplicador en la economía norteamericana, que según Nathaniel Karp, el economista principal para Estados Unidos de BBVA Research, quien explicó que la legalización de los inmigrantes aportaría más riqueza a la economía de Estados Unidos, en un estimado de un millón 500 mil millones de dólares a lo largo de diez años ya que compran autos, casas y gastan en esparcimiento y muchas otras cosas más.
Por la parte de Ramfis Trujillo Domínguez, este aprovecha la brecha de inconformidad que hay entre los dominicanos y los haitianos para vender la idea del muro y ganar adeptos a su campaña. ¡Pero Ramfis está tratando de ignorar los problemas profundos que hay entre los gobiernos hace unos 79 años entre ambos países (dominico-haitiano) sin encontrarle la solución y esto sin contar con las negociaciones secretas entre organizaciones públicas y privadas que mantienen el vaivén en la frontera, me suena fantasioso!
Los muros fronterizos no resolverán los grandes males por lo que atraviesan las naciones. Ayudaran, pero no es lo que resolverá definitivamente el problema.
Ramfis Domínguez Trujillo aseguró que, desde el poder, iniciará la construcción de un muro en la frontera dominico-haitiana, a fin de garantizar la soberanía y la tranquilidad de las futuras generaciones de dominicanos. Ramfis debe saber que lo primero es lo primero.
Un muro no es la prioridad en República Dominicana; debe saber, además, que mientras haya un desnivel de desarrollo entre las dos sociedades, habrá problemas porque una buscará la ayuda de la otra y más aún si comparten un mismo territorio, como es el caos de la Republica dominicana y Haití.
La prioridad es que la administración gubernamental tome como prioridad el buen manejo de las riquezas del país, lo que ahorrara para la buena distribución del conjunto de deberes que necesitan ser atendidos.
Cuando haya recursos distribuido equitativamente, entonces se podrá ir eliminando los contratos de corrupción que tienen por debajo de la mesa, esto, si las mentalidades siniestras que manejan estos asuntos, se hayan auto infringido un lavado de cerebro para volver a ser honestos y respetuosos en obediencia a las leyes en un pais de la eterna impunidad de corrupciòn. Despierta Ramfis!