Ferias y más ferias del libro en NY
ContigoNews 04 mayo, 2018
Por Ana Maria Toribio
Nueva York. – La tradiciòn de celebrar una feria de libros dominicano, surgiò por el Dia del Libro en el año 1950 . En ese dia se realizò simultaneamente, una pequeña feria en el Parque Colón la cual se dedicò al principe soldado, novelista, poeta y dramaturgo españo Miguel de Servantes y Saavedra.
Está considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha (conocida habitualmente como el Quijote), que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.
La Feria del Libro dominicano y todas las ferias de cualquier pais, nos permite apreciar el desarrollo del trabajo editorial, didáctico y científico tanto nacional como internacional, además de diversas actividades que tienen que ver con la cultura en general. También nos ayuda al desarrollo intelectual, y a la adquisiciòn de nuevos vocabularios .
La Feria del Libro nos deja una enriquecedora consecuencia pues a través de la asistencia al evento y a la adquisiciòn de materiales culturales y literarios nos permite agrandar nuestros libreros forzandonos a investigar, a desarrollar habilidades y conocimientos por medio de la lectura.
La Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, un día que muchos esperábamos anheladamente incluso, antes de la llegada del evento, ahorrábamos el dinero que invertiríamos en comprar los libros de nuestra preferencia.
Era todo un evento memorable, esperado. Además, era bien organizado: Publicidad por todos los medios, las organizaciones se unían para participar y darle brillo al evento. La expectativa del pueblo dominicano de la gran Feria del Libro, era un importante acontecimiento cada año.
Me permito hablar en pasado porque al no recidir màs en mi amada patria, teniendo como residencia oficial a este hermoso pais que me acogiò como suya (NYC), aùn extraño esos dias de ferias de l libro. Y talvez, por esa extrañanza es que me siento un poco malhumorada al ver que en la ciudad de Nueva York, donde existe el Comisionado Dominicano de Cultura, entidad legal, autorizada para realizar el mismo evento, al mismo nivel surjan tantas sub-ferias del libro de las cuales no estoy de acuerdo, ya que tenemos una instituciòn cultural para tales fines.
En 1987, el decreto No. 183-87, dictado por el presidente de ese entonces, Joaquín Balaguer, otorga carácter de “jurisdicción nacional” a la Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro y la hace depender de la Presidencia de la República; así también la constituyó como órgano de Derecho Público con autonomía funcional y administrativa. El mismo decreto establece que su presupuesto estará consignado en la Ley de Gastos Públicos de la Nación.

Vistas.
Para el 1997 la feria se moderniza y cambia su esquema organizativo gerencial, tras producirse el decreto No. 44-97, de fecha 28 de enero de 1997, dictado por el presidente Leonel Fernández Reyna, quien creó la Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro.
Me pregunto por qué el comisionado de cultura o mejor aún, porque el Ministerio de Cultura base del comisionado de cultura en Nueva York, no se pone las pilas y acaba con el «relajo» que tienen muchas organizaciones preparando ferias del libro que no son más que callejones con algunos libros de autores aficionados que ni siquiera son puestos a la vista del público. Prevaleciendo en esas disque «ferias» solo el figureo de los organizadores para justificar los endorsos recibidos de diferentes empresas y demás.
Nosotros los dominicanos tenemos la mala costumbre, como si fuéramos niños de patalear sino conseguimos lo que queremos. El arte y la cultura merece respeto. La Feria del libro merece consideración. Los conflictos internos que impera en esta institución cultural por culpa de las divisiones políticas dentro de la misma, hacen que el único que pierda es el dominicano que quiere cultivar un buen desarrollo cultural. Si no le dan el juguetetito, se paraliza todo.
La Feria del Libro en Nueva York, no se realizó este año (2018) por razones que no fueron claras. Lo que generó el despliegue incontrolado de las llamadas «ferias», donde lo que menos abundaron fueron los libros.
Aunque a decir verdad no es la primera vez que no se realiza la feria del libro. Pues esta celebración fue suspendida en 1956,1957, 1959 y 1960, por motivos de conflictos políticos. La tradición se trató de volver a instaurar en 1967, aunque nuevamente se interrumpió en 1968.
En fin, donde hay política y políticos a raja tablas, siempre se darán situaciones iguales.
Los dominicanos que queremos ser escritores necesitamos herramientas. Editores confiables, expertos en su oficio de edición; una editora que no solo tomen los libros de ganadores de un concurso, sino de todos los aficionados a la escritura. De esta manera el servicio dado por el ministerio de cultura conjuntamente con el comisionado de cultura en Nueva York, sea completo y los libros publicados en empresas internacionales sean bien visto, por estar a la altura de libros que han alcanzado fama mundial.
son muchos los «escritores» dominicanos que han publicado sus libros en empresas como Amazon, sin tener un nivel de corrección adecuado, solo por no tener el servicio correcto.
Andan por todos lados diciendo que son escritores por aficionados, editores por practicantes, clubes de lectura por momentos de ocio entre amigos, y donde se te obliga subliminalmente a comprar libros de aficionados que ni siquiera te interesan.
Hay que diferencial un escritor profesional del aficionado. Investigando encontré algunos puntos importantes para tomar en cuenta: un escritor profesional tiene:
habito de escribir. Escribe todos los días. Y cuando no escribe corrige, piensa, adelanta estructuras, se documenta.
Tiene una plataforma. Puede ser una web, un blog, un canal de YouTube, una cuenta de Twitter… pero el escritor actual que intenta profesionalizarse tiene un hogar virtual, un punto de contacto con lectores.
Inversión considerable de tiempo. El trabajo del escritor ya no se limita a escribir. Ahora todos tenemos que ser expertos en social media, en mercadeo, en nuevas tecnologías, en edición, en diseño y en mil cosas más. Cada vez hay menos intermediarios, así que el escritor se ve haciendo el trabajo del editor, del diseñador, del corrector y del departamento de promoción.
Un escritor profesional, alguien que lleva años escribiendo y sabe que tiene ya una calidad contrastada, no suele aceptar propuestas de trabajo gratuito. Todos los escritores deberían dejar de contestar correos electrónicos donde alguien le ofrece participar en cosas que nos venden como “una gran oportunidad”, cuando realmente solo les van a ofrecer una muy escasa visibilidad, mucho trabajo y esfuerzo, y una remuneración nula.
Sabe aceptar críticas. Me refiero a las opiniones y sugerencias de editores, lectores cero y otros escritores mejores que nosotros.
Sabe escuchar a otros. El escritor profesional tiene una habilidad muy especial, que ha ido perfeccionando a lo largo de los años, para encontrar a personas que están a un nivel superior (en experiencia, talento, conocimiento, etc.) y exprimirlas al máximo. Puede tratarse de un escritor con más años a cuestas, un editor que sabe lo que se hace o un corrector del que sacar todo el conocimiento posible, etc.
El profesional lee, lee mucho. No solo lee a escritores a los que se quiere parecer. El profesional lee sobre técnicas de escritura, lee sobre todo aquello que necesita para documentarse para su novela, lee todo lo que puede y más. De hecho, es probable que las ganas de escribir le nacieran con la lectura.
El profesional es editor y no solo escribe, escribe muchísimo. Tiene paciencia.
El escritor profesional juzga por resultados, no por toda la porquería que le ocurre durante el proceso. Mira, analiza, aprende y lo intenta de nuevo.
Ferias y más ferias del libro que no destacan a los protagonistas, los libros.
Ana Maria Toribio/aficionada.