Los problemas de distribución de la vacuna impulsan la búsqueda de soluciones novedosas

Credit…Octavio Jones para The New York Times.
ContigoNews.com enero 5, 2021
¿Deben retrasarse las segundas dosis? ¿Los adultos deberían recibir medias dosis? Los científicos reflexionan sobre diversos métodos para lograr que más personas reciban las vacunas.
Mientras los gobiernos de todo el mundo se apresuran para vacunar a sus ciudadanos contra el creciente coronavirus, los científicos están inmersos en un acalorado debate sobre una interrogante sorprendente: ¿es más prudente retrasar las segundas dosis que todos necesitarán o inocular ahora a tantas personas como sea posible y dejar las segundas dosis para después?
Aunque incluso la primera inyección parece proporcionar cierta protección contra la COVID-19, algunos expertos creen que la vía más rápida para contener el virus es administrar las primeras dosis a tanta gente como sea posible en este momento.
El debate emergente refleja la frustración nacional ante el hecho de que muy pocos estadounidenses han recibido las primeras dosis; se trata de una cantidad de gente mucho menor de la que el gobierno de Trump esperaba que estuviera inoculada para finales de 2020. La controversia en sí misma conlleva riesgos en un país donde las medidas sanitarias se han politizado y muchos siguen dudando en ponerse la vacuna.
“Hasta el intento de enmendar las cosas tiene efectos negativos, en términos de la confianza que tiene la gente en el proceso”, señaló Natalie Dean, bioestadística de la Universidad de Florida.
El despliegue público, durante el fin de semana, fue accidentado. Las personas mayores comenzaron a hacer fila muy temprano para recibir las vacunas en una ciudad de Tennessee, pero las dosis ya se habían acabado a las 10:00 a. m. En Houston, el sistema telefónico del Departamento de Salud se bloqueó el sábado, el primer día que los funcionarios abrieron una clínica de vacunación gratuita al público.
Hasta ahora, las vacunas autorizadas en Estados Unidos son producidas por Pfizer-BioNTech y Moderna. El Reino Unido ha dado luz verde a las vacunas de Pfizer-BioNTech y Oxford-AstraZeneca.
Todas estas vacunas deben administrarse en varias dosis, siguiendo un cronograma estricto, con base en una estrategia de protección escalonada. La primera dosis le enseña al sistema inmunitario a reconocer un nuevo patógeno al mostrarle una versión inocua de algunas de las características más sobresalientes del virus.
Después de que el cuerpo ha tenido tiempo de estudiar este material, por así decirlo, la segunda dosis le vuelve a presentar esas características, lo que ayuda a que las células inmunitarias memoricen la lección. Estas dosis de refuerzo están destinadas a incrementar la potencia y la durabilidad de la inmunidad.
Los ensayos clínicos realizados por Pfizer-BioNTech y Moderna demostraron que las vacunas eran altamente efectivas en la prevención de casos de COVID-19 cuando se administraban en dos dosis con tres o cuatro semanas de separación.
Parece que parte de la protección se activa después de la primera dosis de la vacuna, aunque no se sabe con certeza cuán rápido puede disminuir. Aun así, algunos expertos ahora sostienen que distribuir las vacunas de manera más generalizada en una población y concentrarse en las primeras dosis podría salvar más vidas que garantizar que la mitad de esos individuos reciban ambas dosis en los tiempos previstos.
Esa sería una desviación importante del plan original. Desde que comenzó la vacunación el mes pasado en Estados Unidos, las segundas dosis de las vacunas se han retrasado para garantizar que estarán disponibles a tiempo para la gente que ya se puso la primera dosis.
En un documento regulatorio, los funcionarios sanitarios británicos afirmaron que la vacuna de AstraZeneca tuvo una eficacia del 73 por ciento en los participantes del ensayo clínico tres semanas después de la primera dosis y antes de que se aplicara la segunda (en los casos en que los participantes nunca recibieron una segunda dosis, el intervalo terminó doce semanas después de que se administrara la primera dosis).
No obstante, algunos investigadores temen que la estrategia de retrasar la segunda dosis pueda resultar desastrosa, en especial en Estados Unidos, donde la aplicación de la vacuna ya se ha visto impedida por obstáculos logísticos y una estrategia peculiar para priorizar quién recibe las primeras dosis.
“Tenemos un problema con la distribución, no con el número de dosis”, explicó Saad Omer, experto en vacunas de la Universidad de Yale. “Duplicar el número de dosis no duplica la capacidad de administrarlas”.
Las autoridades sanitarias federales declararon la semana pasada que se habían distribuido por todo el país unos 14 millones de dosis de las vacunas de Pfizer-BioNTech y de Moderna. Sin embargo, hasta el sábado por la mañana, solo 4,2 millones de personas en Estados Unidos habían recibido la primera dosis de las vacunas.
Es probable que ese número sea una subestimación debido a los retrasos en los informes. Sin embargo, la cifra dista mucho de la meta que las autoridades sanitarias federales establecieron el mes pasado, que consistía en vacunar a 20 millones de personas para fines de 2020.
Muchos de estos problemas se deben a cuestiones logísticas, con el telón de fondo de un sistema de atención médica saturado y el escepticismo en torno a las vacunas. Algunos investigadores sostienen que liberar más dosis para las primeras inyecciones no resolverá ese tipo de problemas.
“Cuanto más tiempo pase entre las dosis, más probable es que la gente olvide regresar. O quizá la gente no recuerde qué vacuna recibió, y no sabemos qué puede suceder si se mezclan dos vacunas distintas”, comentó.
En una declaración enviada por correo electrónico, Peter Marks, director del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la Administración de Alimentos y Medicamentos, solo respaldó los regímenes de dos dosis estrictamente programados que se probaron en los ensayos clínicos de las vacunas.
Marks afirma que la “profundidad o duración de la protección después de una sola dosis de la vacuna”, no se puede determinar a partir de las investigaciones publicadas hasta ahora. “Aunque estudiar un régimen de dosis única en futuros ensayos clínicos es una pregunta bastante razonable, sencillamente no tenemos estos datos en este momento”, agregó.
Slaoui, de la Operación Máxima Velocidad, dijo en una declaración enviada por correo electrónico el domingo que “el enfoque que están adoptando algunos países para retrasar la dosis de refuerzo podría ser contraproducente y disminuir la confianza en las vacunas”.
Los propios fabricantes de vacunas han adoptado posiciones distintas.
En un ensayo de la vacuna Oxford-AstraZeneca, los voluntarios en el Reino Unido originalmente debían recibir dos dosis administradas con cuatro semanas de diferencia. Pero algunos participantes vacunados terminaron recibiendo sus dosis con varios meses de diferencia y, a pesar de eso, adquirieron cierta protección contra la COVID-19.
La brecha entre las dosis “da mucha flexibilidad sobre cómo administrar sus vacunas, dependiendo del suministro que se tenga”, dijo Menelas Pangalos, vicepresidente ejecutivo de investigación y desarrollo de biofármacos en AstraZeneca.
Steven Danehy, portavoz de Pfizer, tiene una visión mucho más conservadora. “Aunque la protección parcial de la vacuna parece iniciar tan pronto como 12 días después de la primera dosis, se requieren dos inyecciones de la vacuna para brindar la máxima protección contra la enfermedad, una eficacia del 95 por ciento”, dijo.
“No hay datos que demuestren que la protección después de la primera dosis se mantenga después de 21 días”, agregó.
Ray Jordan, portavoz de Moderna, dijo que la empresa que representa no podía comentar sobre la modificación de los planes de dosificación en este momento.

No hay duda de que las segundas dosis deben administrarse en algún momento cercano a la primera dosis. “La clave es exponer el sistema inmunitario en un momento en el que todavía reconozca” los ingredientes estimulantes de la inmunidad en la vacuna, explicó Angela Rasmussen, experta en virus afiliada a la Universidad de Georgetown.
Durante una emergencia de salud pública, “las empresas tienden a escoger el periodo más corto posible que les ofrezca esa respuesta completa y protectora”, dijo Dean, la investigadora de la Universidad de Florida.
Las dosis de otras vacunas de rutina, señaló, se programan con varios meses de diferencia o incluso más, con gran éxito. “Vacunemos a tantas personas como sea posible ahora y démosles la dosis de refuerzo cuando esté disponible”, sugirió.
Robert Wachter, jefe del Departamento de Medicina de la Universidad de California, campus San Francisco, dijo que en un principio tenía dudas sobre la idea de retrasar las segundas dosis.
Sin embargo, la aplicación tan lenta y decepcionante de la vacuna en Estados Unidos, aunada a las preocupaciones sobre una nueva variante del coronavirus que se propaga con rapidez, le han hecho cambiar de opinión, y ahora cree que es una estrategia que vale la pena explorar.
“Las últimas dos semanas han sido aleccionadoras”, dijo.
Otros investigadores están menos ansiosos por apostar. Retrasar las dosis sin contar con datos sólidos que respalden esa estrategia “es como adentrarse en el lejano Oeste”, señaló Phyllis Tien, médica de enfermedades infecciosas de la Universidad de California, campus San Francisco. “Creo que debemos seguir lo que dice la evidencia: dos inyecciones con 21 días de diferencia para Pfizer, o 28 días de diferencia para Moderna”, concluyó.
Algunos expertos también temen que retrasar una segunda dosis de refuerzo de la inmunidad pueda darle al coronavirus más oportunidades de multiplicarse y mutar en personas parcialmente protegidas.
Existe alguna evidencia que respalda la estrategia alternativa de reducir a la mitad la dosis de cada inyección, sugerida el domingo por Slauoi.
En los ensayos, las personas de entre 18 y 55 años que recibieron dos medias dosis produjeron una “respuesta inmune idéntica a la dosis de 100 microgramos”, dijo Slaoui. La FDA y Moderna están considerando implementar este régimen a una escala más generalizada, agregó.
Slaoui sostiene que, aunque existe poca o ninguna información que respalde la solidez de las demoras en las dosis, “inyectar la mitad del volumen” podría convertirse en “un enfoque más responsable que se basará en hechos y datos para inmunizar a más personas”.
Tanto Dean como John Moore, un experto en vacunas de la Universidad de Cornell, señalaron que esa estrategia representaría una desviación de los lineamientos rigurosamente probados en ensayos clínicos.
Es posible que media dosis que provoca una respuesta inmune que pareciera ser similar a la desencadenada por una dosis completa, al final no brinde la protección esperada contra el coronavirus, señaló Moore. Reducir a la mitad las dosis “no es algo que me gustaría que se hiciera a menos que fuera absolutamente necesario”, dijo.
“En este momento todo el mundo está buscando soluciones porque hay una necesidad urgente de más dosis”, dijo Dean. “Pero aún no sabemos cuál será la mejor manera de lograrlo”.
Katherine J. Wu es una reportera que cubre ciencia y salud. Tiene un doctorado en microbiología e inmunobiología de la Universidad de Harvard. @KatherineJWu
Rebecca Robbins se unió al Times en 2020 como reportera de negocios enfocada en cubrir las vacunas Covid-19. Ha estado informando sobre salud y medicina desde 2015. @RebeccaDRobbins
Katherine J. Wu is a reporter covering science and health. She holds a Ph.D. in microbiology and immunobiology from Harvard University. @KatherineJWu
Rebecca Robbins joined The Times in 2020 as a business reporter focused on covering Covid-19 vaccines. She has been reporting on health and medicine since 2015. @RebeccaDRobbins
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